Nuestra historia

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La producción de residuos es una característica de toda comunidad humana

por lo que su disposición final tiende a ser un problema a medida que las aglomeraciones urbanas crecen en tamaño. La ciudad de Buenos Aires no fue una excepción en este sentido: desde su fundación en 1580 y hasta entrado el siglo XIX los residuos eran vertidos en los pozos que para tal fin tenían las casas o en terrenos baldíos denominados “huecos”.

A mediados del siglo XIX la Municipalidad de la ciudad comenzó a hacerse cargo de la higiene pública y en la década de 1870 una amplia zona del sur lindante con el Riachuelo ya era conocida como La Quema: allí se depositaban los residuos de los porteños recolectados por el llamado “Tren de la basura”. Por cuestiones económicas, este ramal del Ferrocarril Oeste dejó de funcionar en 1895; en 1910 la Municipalidad inauguró en La Quema el primer horno de incineración de basura propiamente dicho.

Hacia 1930 la ciudad contaba con tres usinas incineradoras municipales ubicadas en los barrios de Barracas, Flores y Chacarita, al tiempo que seguían existiendo una decena de basurales a cielo abierto en los que la basura se quemaba en forma indiscriminada. Los problemas de este tipo de gestión de la basura se agravaron en las décadas siguientes con la generalización del uso de incineradores por parte de los grandes generadores (establecimientos industriales, hoteles) y de los edificios de departamentos.

Residuos en buenos aires
La intendencia de buenos aires prohibió la incineración a los particulares

Con el objetivo de evitar la contaminación ambiental que producían estas prácticas, en 1976 la intendencia de Buenos Aires prohibió la incineración a los particulares y cerró las usinas que aún estaban en actividad. La nueva estrategia para la gestión de los Residuos sólidos urbanos del área metropolitana fue emplear rellenos sanitarios, para lo cual se creó la empresa estatal Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado (CEAMSE), compuesta por los gobiernos de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires, que comenzó a encargarse de transportar de los residuos desde las zonas de acopio y realizar su disposición final.